A todas las pasiones, no las conduce el tiempo hacia el olvido, o la cordura, algunas, aunque pocas, aumentan con los años, ayudándonos a conservar los ojos de chiquillo. Pienso que, como entonces, si, como entonces, estas pasiones nos mantienen vivos y por tanto debemos no solo mantenerlas, sino alimentarlas con la cordura que los años nos dieron y la sabiduría de prestar atención para, a nadie, hacer daño, que es lo mas importante. Yo, entre otras que no voy a deciros, conservo una pasión que comenzó por hacer de mi casa un lugar habitable, un lugar donde poder sentarse o dormir o colocar un libro, y que con los años ha crecido conmigo. Estar un par de horas en un gran almacén hace que mis piernas, se opongan a todo que no sea marcharse, sin embargo, puedo habitar el aire que transita las calles de un mercado de viejo, desde antes que se extiendan las calles, hasta que el sol me dice que ya va siendo tarde. Y de elegir, prefiero los pequeños mercados de los pequeños pueblos donde alguien que no sabe que hacer con una cosa, la pone sobre una estera, en el suelo, y espera que despierte el interés del que pasa, esos lugares en que el que vende, no piensa siquiera en el precio, sino en el nuevo uso que tendrá algo que ya lo había perdido y que, como nosotros con las pasiones, recobrará la vida nuevamente…
Me preguntó si me gustaba y coincidimos en llevárnoslo, un marco simple de madera curvada, un cristal demasiado fino, una lámina blanca de cartón y… Mariposas. El vendedor mismo lo había traído desde Congo, Brazzaville, cuarenta años atrás. Me explicó que los niños recogen mariposas de todos los colores al borde de la selva “do mato”, y en la calle, mujeres, sus madres seguramente, componen con sus alas formas de pájaros o paisajes como el que me ofrecía. Las mariposas, de las que no me se ni un solo nombre, no podrían tener mejor final, jugar al que te pillo entre manos de chocolate de niños que quieren atraparlas sin siquiera tocarlas, para que no se pierda, en la batalla, ningún matiz del sol que esa mañana les insufló la vida. La escena de las manos infantiles envolviéndolas, luciendo contraluces, casi a cámara lenta, me llena de algo antiguo y tierno, al fin y al cabo si el movimiento es la única constante de la naturaleza, el que la mantiene en constante acción, yo no puedo imaginar vida y muerte mas luminosa…
Mas quem sabe destas filosofias da vida é o Jonas, que ainda persegue mariposas entre abraços. Vai um saúdo…
24.3.09
19.3.09
que nunca deixes de escribirme
Perde coidado, non teñas medo de mentirme, non é xa tempo de procurar amarre firme a este carocho sen alento... Pero non deixes de escribirme, que hei de falar pola túa boca se te leo e hei de sentir riba da pel o que escribistes... A miña pel / O teu papel Comezarei así o filme que estou por rematar... Escríbeme, mándame ramos de palabras, de secretas palabras non faladas, de sílabas sonoras e mascadas, de intransitados verbos inventados... Escríbeme con palabras bonitas e raras, con palabras perdidas, palabras somerxidas, censuradas... Escribe de vagar, con palabras ben ditas e malditas... Escríbeme se queres, para xogar as achantadas polo que si ou que non que diga, cóntame contos non contados prendendo os ollos ca túa chama... Perde coidado, quen cose a vida con hiliños xa non precisa de máis nada, tan só que escribas, que me escribas, que nunca deixes de escribirme...
18.3.09
12.3.09
secretos del corazón
Son máis os secretos
que os corazóns a andarme polo peito
Todos andamos, de a un,
peldaños de coñecemento,
sexan escadas, sexan pedras onda o río
Para romper a tearaña
que teceu tantos medos
Para ver a vida a través
do amor que sentiu quen eu quixen,
quen eu quero
Para facer tan miña a melodía
que antes sentiu xa outro,
e antes outro...
Quén me pode acercar ese bastón
que necesita da miña man?
E, tí, Montxo!...
11.3.09
madrid
Como aves precursoras de primavera
en Madrid aparecen las violeteras
Van pregonando
parecen pajarillos que van piando
que van piando
que van piando...
9.3.09
de sol y primavera
Xavier Pousa
Ayer cayeron las primeras lampreas. Casi quinientos años sentados a la mesa probando el anguilacho, porque vino mi abuela con sus noventa y tantos. Mi sobrina de doce escuchó atentamente historias de posguerra que salieron al caso, pues los setenta y tantos de mi padre se acordaron del tiempo en que escaparon por campos y callejas desde Cabral a casa, hasta San Roque, y como había ayudado a su padre y su madre a esconder discos, libros y otras cosas en una oscura caja que enterraron debajo de la caseta de Moro, su perro también negro, como la caja y como el agujero y el tiempo aquel, tan lejos… Los veintitantos de mi hija quisieron aprender a preparar el bicho y un poco me ayudó con la sal y los limos y las aguas calientes y, menos, con la tripa y la sangre y el vinagre y el vino, la pimienta y el clavo. Fue un domingo perfecto de sol y primavera, nos tomamos un vino del condado sentados en el banco de afuera, jugamos con los perros y después de comer cruzamos sobre el río que trajo las lampreas y paseamos curiosos la feria de Cerveira… Hay un tiempo -en el medio de todos esos días que traducen relojes, horas, cosas- que no es del porvenir, ni del ayer, del hoy o de la historia, es el tiempo de la pausa, el tiempo detenido, el que produce, con certeza, la saudade, ese clic al que vuelves cuando quieres, siempre que lo precisas… Creo que ya lo dije, un domingo perfecto de sol y primavera
Ayer cayeron las primeras lampreas. Casi quinientos años sentados a la mesa probando el anguilacho, porque vino mi abuela con sus noventa y tantos. Mi sobrina de doce escuchó atentamente historias de posguerra que salieron al caso, pues los setenta y tantos de mi padre se acordaron del tiempo en que escaparon por campos y callejas desde Cabral a casa, hasta San Roque, y como había ayudado a su padre y su madre a esconder discos, libros y otras cosas en una oscura caja que enterraron debajo de la caseta de Moro, su perro también negro, como la caja y como el agujero y el tiempo aquel, tan lejos… Los veintitantos de mi hija quisieron aprender a preparar el bicho y un poco me ayudó con la sal y los limos y las aguas calientes y, menos, con la tripa y la sangre y el vinagre y el vino, la pimienta y el clavo. Fue un domingo perfecto de sol y primavera, nos tomamos un vino del condado sentados en el banco de afuera, jugamos con los perros y después de comer cruzamos sobre el río que trajo las lampreas y paseamos curiosos la feria de Cerveira… Hay un tiempo -en el medio de todos esos días que traducen relojes, horas, cosas- que no es del porvenir, ni del ayer, del hoy o de la historia, es el tiempo de la pausa, el tiempo detenido, el que produce, con certeza, la saudade, ese clic al que vuelves cuando quieres, siempre que lo precisas… Creo que ya lo dije, un domingo perfecto de sol y primavera
6.3.09
Lola
Amarillento por el paso del tabaco y el tiempo, en el rincón del bar donde Lola se sentaba cada día, había un velero pintado al óleo desafiando las olas de un mar alto. Le gustaba aquella esquina y aquella mesa que encuadraba con madera oscura y gastada un marmol blanco sobre el que alguien había tallado torpemente un te quiero. En tantas tardes, su mente había fantaseado con intenciones y respuestas, con amores apasionados, con desencuentros fortuitos y desenlaces casi siempre trágicos. Su café con leche se acababa enfriando mientras sus dedos recorrían cada sílaba de la pequeña frase viendo la calle a través de la ventana...
En la esquina del bar, siempre bajo un velero
Tiene el vicio de dar
Entró por la puerta y se dirigió hacia su mesa saludando como si fuesen amigos de siempre, hola, buenas tardes, que tal todo ¿quieres que te pida otro café?, creo que se te ha quedado frío, camarero, dos cafés, no, no, uno con leche y un cortado... Sintió sus ojos verdes y el calor de una mano en la suya, que no se retiró. No sabía por que había sonreído a su sonrisa. No, no lo conocía ni se lo dijo, no podía articular palabra alguna desde que Juan entró ¿así dijo que se llamaba?, y poco a poco fué recobrando movimiento, color y habla para decir que si a todo, convirtiéndose en un personaje todavía no creado en ninguna de sus ficciones... ¿Y por qué no?, se dijo...
Lola, esta tarde te espero en la esquina del mar
En la esquina del bar, siempre bajo un velero
sus dedos recorrían en la mesa un te quiero
que alguien escribió un día sin esperar respuesta
en esta misma mesa de velero y de ausencia
La mayoría de sus fantasías tenían como protagonista un marinero, alguien que se alejó de aquella ciudad donde su amor no fue correspondido dejando grabada la frase en aquella mesa del bar a donde ella no había acudido... En días de menos humor, al pasar los dedos por la mesa pensaba solamente en el frío marmol en el que estaba escrita y el daño que el marinero pudo hacer al irse...
Tiene el vicio de dar
y reparte su vida en mas trozos que tiene
quien se puede negar
si te arregla los días justo antes de que lleguen
Entró por la puerta y se dirigió hacia su mesa saludando como si fuesen amigos de siempre, hola, buenas tardes, que tal todo ¿quieres que te pida otro café?, creo que se te ha quedado frío, camarero, dos cafés, no, no, uno con leche y un cortado... Sintió sus ojos verdes y el calor de una mano en la suya, que no se retiró. No sabía por que había sonreído a su sonrisa. No, no lo conocía ni se lo dijo, no podía articular palabra alguna desde que Juan entró ¿así dijo que se llamaba?, y poco a poco fué recobrando movimiento, color y habla para decir que si a todo, convirtiéndose en un personaje todavía no creado en ninguna de sus ficciones... ¿Y por qué no?, se dijo...
Lola, esta tarde te espero en la esquina del mar
donde rompen las olas
Lola, ven sola
que vamos a jugar como peces en medio de las caracolas
2.3.09
sorrir coa verdade na boca
O mar não é tão fundo que me tire a vida
Nem há tão larga rua que me leve a morte
Sabe-me a boca ao sal da despedida
Meu lenço de gaivota ao vento norte
Meus lábios de água, meu limão de amor
Meu corpo de pinhal à ventania
Meu cedro à lua, minha acácia em flor
Minha laranja a arder na noite fria..
Deixo que Lobo Antunes me somerxa de novo na melancolía da que non debín saír. Ao cabo, non é a terra culpable de quen a pisa, de quen a agrede ou de quen a erma... Falo por suposto de ecoloxía... Vou para dentro de min, espero que a inxesta endogámica de grandes talentos da terra non me impida traspasar o intestino, que a viaxe sexa rápida, en AVE mesmo e con mandilón e piruleta de galescola, ou que a carga do mausoleo de Fraga me axude a chegar ao fondo mais apresa, ou que me axude calquera outra paiasada de grande carga mediática das que tivemos que tragar estes anos en que nos tomaron por tontos... E voume, cantando unha do Mario Branco mentres escoito que nin dios vai dimitir...
Não cantes alegrias a fingir se alguma dor existira roer dentro da toca deixa a tristeza sair pois só se aprende a sorrir com a verdade na boca
Deixo que Lobo Antunes me somerxa de novo na melancolía da que non debín saír. Ao cabo, non é a terra culpable de quen a pisa, de quen a agrede ou de quen a erma... Falo por suposto de ecoloxía... Vou para dentro de min, espero que a inxesta endogámica de grandes talentos da terra non me impida traspasar o intestino, que a viaxe sexa rápida, en AVE mesmo e con mandilón e piruleta de galescola, ou que a carga do mausoleo de Fraga me axude a chegar ao fondo mais apresa, ou que me axude calquera outra paiasada de grande carga mediática das que tivemos que tragar estes anos en que nos tomaron por tontos... E voume, cantando unha do Mario Branco mentres escoito que nin dios vai dimitir...
Não cantes alegrias a fingir se alguma dor existira roer dentro da toca deixa a tristeza sair pois só se aprende a sorrir com a verdade na boca
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