27.10.11



Me dijeron que el corazón del nuestra galaxia late una vez cada cinco minutos y así nos da el calor necesario para vivir... Y pensando en el corazón del sol, en la tuerca que mal-aprieta la hélice del avión y en que hoy moriría por un abrazo, me dejo llevar por una música inacabada que mis labios, de tan fríos, no me dejan silbar. Un bar y otro bar y ningún bar existe. En el camino a la emoción suelen cruzarse multinacionales. Ya no compensa arrastrarse o ver la vida desde la ventana de un bar que da a una esquina. La vida es otra cosa y vuelve a mi cabeza la explosión solar cada cinco minutos, el corazón del sol, el músculo de nuestra galaxia, la hélice, el avión, la vida abajo, el mar, que no vendrá, que llegará el avión que transporta la vida, como un cartero, pero nadie estará esperando la carta; que se morirá el beso, el abrazo, los objetos que la mano apretaba; que no habrá ni canción ni esquina que doblar, ni una ciudad de chicle que estirar a su antojo, que no vendrá más nunca...Y el ala del avión y la hélice, sin dejar de girar

18.10.11

la viajerita



Recordé también que las espesas selvas donde habitan los gorilas, de las pelis que he visto, son antiguos volcanes. Esta es la impresión, de que en el fondo de estas bocas de la Caldera de Taburiente solo pueden habitar gorilas. Aquí arriba los científicos no dejan de ver y medir y comprobar que no se mueven de su sitio las estrellas, o si. Yo, como me aburro de ver cosas que ya han muerto, me voy a las vivas. No dejo de pensar que aquí al lado, en El Hierro, puede surgir de pronto un lugar como este y que los telescópios gigantes de aquí arriba, en el Roque de los Muchachos, tendrán que apuntar hacia abajo, hacia el suelo y dejarse de estrellitas. Meterse en estos telescopios es una aventura y hablar de años luz en vez de años de vida te llena de esperanza. Esta carta solo es por dar envidia, en cuanto pueda bajar mis fotos pondré alguna. Mientras tanto...


12.10.11

sombras


La presbicia hace que perfile con dificultad los contornos de las sombras chinas en que se está convirtiendo la vida que me lleva. A toda hostia. Tengo ganas de subir en el AVE, fijar mis ojos en una rendija y ver el mundo a través de ella, estoy seguro que será en blanco y negro, cosas que pasan a las que ni siquiera puedo poner colores. Tó follao. Me preguntan en La Palma ¿qué tal por Ourense? y todavía piso las piedras de Sevilla. El mundo por una rendija. Sombras Chinas. O el señor aquel con nombre de perro. La cuestión es saber a dónde me llevará esta irrealidad, si seré capaz de alcanzarme algún día, si tendré tiempo de comprarme unas gafas, si en realidad no soy más que la sombra que proyecto, si todo es eco-eco-eco... 

8.10.11

virtualidad

... Y el tiempo se fue haciendo de nosotros. El tiempo, el que pasa entre una pregunta y su respuesta, el que cabalga sobre lo que todavía no se ha escrito, el que adivina gestos, el que espacia silencios hasta notar el peso de los dedos sobre el teclado… ¿Te das cuenta? –escribí- esto es como la vida… ¡Qué va, mejor! –me dijo- nos conocemos más que si existiéramos… 


... O tenemos los prismáticos del revés o no nos hemos puesto las lentillas. Todo parece cierto, el mar sobre nosotros y debajo este cielo y este viento que nos movió las páginas dejándonos un blanco inmenso y encharcado... Como si navegáramos a la deriva, sin poder escribir... Ese mareo que no sabes qué pasa...


... Leemos nuestros nombres como ecos interiores, somos como los sordos, nos llamamos con las manos, con los dedos. Y también como autistas, ese cristal tan puro que nos incomunica

3.10.11

dadas


Cuando intentan matarnos los sueños no necesitamos para nada el blanco y negro ni los efectos especiales... Una puerta que chirría, unos pasos, un grito, un rayo que ilumina un segundo el pasillo sin luz, la carcajada...
¿Por qué no darse vuelta... ¿Por qué adentrarnos en ese pasillo?... 
Solo en el mar los sueños, escritos en la arena que borra la marea, sueños entre las olas y barcos que navegan sin pensar en la tierra... 
Que no nos vengan dadas

                       De mi Banco de...              Para que no me olvi...              De Pancho Salmerón           ...