25.9.12

la querencia

















Resbala el vino como un río se escurre entre un lecho de lengua y paredes de boca. Se para. Se revuelve antes de dejarse caer al abismo de la garganta y, entonces, se produce, como el visvaporub a las vegetaciones, como si la nariz, por dentro, se convirtiese en un termómetro que midiese, qué?, recuerdos… O eso creo yo… Porque a mi el Porto bueno me transporta a lugares, como decir?, de querencia…

Empezaré por el principio. Solamente me queda una botella, comprada hace años, de un vintage  de Porto guardado, para qué?, pues para hoy -me dije- que no conozco por aquí, todavía, a quien valore como se debe este sabor dulce y ácido, esta melancolía alcohólica, esta saudade gozosa… Ummm… Calienta el estómago y la cabeza… Recuerdo una botella de Porto en un Diane-6 viniendo de Porto, una frontera y risas de borrón y cuenta nueva; un barcito -creo que el más pequeño en el que he estado- y catar años como quien cuenta ovejas; los años que hace que nos falta Carlos contados en eneros de Porto y pastas a las doce y media; cumpleaños de quien quiero tanto y cálices con quien tanto quise; viajes tan tortuosos como el Douro para llenar bodega cuando llega el invierno; teorías dulces de viajes imposibles hechos realidad… Y el recuerdo de la ciudad que le da nombre al vino, un viento fresco, un puente sobre el río y un reflejo de mango enamorado en las luces del agua… Y silencio... Porque el Porto no es vino para hablar, es vino de querencias...

http://letras.mus.br/rui-veloso/41677/ ... (Por si alguien tiene un vinho a mano)

20.9.12

días
















Se agarró, medio cayéndose, a la baranda del puente, mientras yo, a pocos metros, intentaba seguir apuntándolo con la pistola y respirar a la vez, respirar a trompicones hasta caer de rodillas cerca de la acera, delante de aquel hombre que fatigosamente repetía: ¿qué me pedirás tú? ¿qué vas a pedirme?. Al borde del desmayo, mientras escuchaba su cantinela, me veía recogiendo la pistola que él había tirado después de disparar, persiguiendo a quien nunca antes había visto, corriendo sin parar hasta que los pulmones dijeron basta. Tenía una pared en el pecho y ahora un dolor punzante en la rodilla, desde el suelo volví la cabeza hacia atrás, hacia Portugal, pero solamente vi la carretera y algún coche lejano, borroso, que seguramente se había parado al ver nuestra carrera, nada más, nadie conocido que nos hubiese seguido desde el restaurante o desde el lugar en que aquel hombre que ahora tenía apuntado con una pistola había disparado a la mujer. Pensé entonces que ya estaría muerta, sobre la carretera, o malherida. El sonido de una sirena lejana me hizo pensar en una ambulancia llevándosela urgentemente. ¿Tú qué vas a pedirme?. El hombre me miraba y después sus ojos se perdían como esperando algo, tal vez una respuesta a aquella frase que repetía con la vista perdida ¿qué me pedirás tú?. No podía levantarme, estaba sentado en la carretera, con la pierna izquierda estirada y un dolor intenso en la rodilla, el brazo izquierdo apoyado en la acera y la pistola en la mano derecha apuntando a aquél hombre que ahora miraba hacia abajo, hacia el cauce del río que asonaba con fuerza bajo el puente que separaba Arbo de Melgaço. El sonido del río, nuestra respiración cada vez más calmada, la pregunta perdida de aquél hombre que miraba hacia el fondo del río, y a lo lejos mi nombre: ¡Pancho!. Seguramente mis amigos venían hacia nosotros, pero de tan lejos no eran más que una mancha: ¡Pancho!. Me moví, muy despacio, pero no logré doblar la rodilla. El hombre repitió de nuevo su cantinela y me miró sin verme, me miró a los ojos repitiendo: qué vas a pedirme como si fuese una canción; qué vas a pedirme, mientras lo veía levantarse muy despacio, agarrado a la baranda del puente; qué vas a pedirme y el dolor en la rodilla y la irrealidad de aquella escena; qué vas a pedirme y desde atrás, ahora sí mis amigos y más gente que no conocía, en la acera, cerca de nosotros, haciendo gestos con las manos y gritando algo que no escuchaba; qué vas a pedirme y los ojos de aquél hombre mirándome y el sonido de las aguas del río y su cuerpo cayendo al vacío y su frase flotando y el bullicio y aquella pistola que parecía estar hecha para el tamaño justo de mi mano y el dolor tremendo en la rodilla que no me dejaba recoger la pierna, sin poder levantarme…

18.9.12

carrillo



















Yo no soy abogado, pero pienso que la corrupción de la política por negociantes como los de la trama Gürtel ha hecho más daño al sistema democrático en España que el lacerante terrorismo de ETA. En definitiva, el Estado democrático se fortaleció luchando contra el terrorismo y ETA fue derrotada por las fuerzas de seguridad y, en definitiva, por la unión de todos los demócratas. Mientras que la corrupción ha hecho que los ciudadanos pierdan el respeto a los partidos políticos, a las instituciones y a la misma moral política, sin las cuales la democracia no funciona, suena a escándalo que la primera condena sea la del juez que inició la investigación de la trama Gürtel, que comprometió gravemente a miembros del partido que ahora gobierna.

¿Volvemos a los tiempos del miedo?  

9.9.12

tren














Nos vemos pero no nos encontramos,
como las manos.
Echo de menos antes,
cuando las estaciones eran todas de paso.
Ahora me apearía
en cada una de todas las que paso.
Cansa mucho viajar a ninguna parte
y cualquier rincón es bueno
para morir despacio
en esta inmensa soledad de tierra y campos.
Se cuela el frío,
no te olvides de tirar de la puerta.

1.9.12

ela i el
















Les gustaba sentarse sobre los troncos que los leñadores arrimaban a los caminos, esperando, día tras día, la desnudez del bosque como voyeurs daltónicos: silencios verdes y silencios rojos... El paso de un animal entre el follaje les despertaba instintos de atención, de observación, de caza, de deseo... Pasmaban... Se dejaban acunar por la ternura entre la luz oblicua de la tarde... Era entonces: cuando las vinagretas amarillas: cuando los ojos paseaban entre la miel y el olvido: cuando masticaban las horas... Cuando soñaban nombres para cada lugar en el que estaban y colores para cada tarde

                       De mi Banco de...              Para que no me olvi...              De Pancho Salmerón           ...