29.6.10
25.6.10
la ternura
No sé si me encontraré con personajes de mi pasado en esta nueva vida que me lleva a no sé dónde todavía. Lo digo porque los fantasmas se resisten a caer en el olvido y se ponen en fila de tantos en tantos años para ir apareciendo lentamente, cuando les toca, da igual que te resistas y es peor si cierras los ojos porque atraviesan la piel y se instalan en el corazón respirando y compartiendo sus latidos contigo. Es así, a qué darle más vueltas ¿quien no ha sentido al otro lado de la cama un frío de tiempo perdido? ¿Quien al ponerse un traje y verse en el espejo no sintió que era otro el que llevaba puesta la corbata?... Bueno, a mi al menos me pasa, cada vez más, tengo hambre después de haber comido, me canso sin llegar a caminar y, cuando enfermo, sé que es otro el que tose desde dentro de mi, que algo no le ha gustado y lo rompe, lo tira, lo echa fuera de su espacio vital, de mi cuerpo, si, de mi... Ayer me pareció que saludaba a don Gerardo; después, al dar la vuelta, Miguel vino a alegrarse de verme: pero, el accidente? -le dije- nada -me contestó- ni secuelas; el tío Antonio estaba probándose mi sombrero americano; don Tomás recuperaba su trabajo en Vulcano; Nando me esperaba para ir a Cans, en moto, a ver el partido de la selección... La verdad, me puse contentísimo, y además, al llegar, mi casa era la casa de San Roque y allí estaba mi abuela Lola con los preparativos de la fiesta, la abracé con todas mis fuerzas y noté mi cara contra su delantal un poco húmedo y su mano en mi cabeza... Y me vi tan pequeño en sus ojos que pensé que el fantasma era yo, que era yo el que había muerto y que por eso mi abuela lloraba de alegría... No está mal, nada mal, curar la soledad con la ternura, la ternura, aunque haya que crearla y recrearla una y todas las veces... Uf, todavía tengo olor a sardinas
24.6.10
sanjuan
vuvuzelas
Vi el primer partido de España y me aburrí un poco, la segunda parte del segundo, y me aburrió más; ayer un poco de Ghana y Alemania, emocionantes algunas cosas. No vi más. Por ahora. Este mundial de pago está siendo un poco frustante, no me gustan los comentaristas ni los comentarios, ni las horas... Pero voy a meterme en el partido, en el mundial de mi deporte favorito, en las botas de Messi o la cabeza de Iniesta, sin perder de vista las crónicas de lujo de Berlanga o el estado de sitio en casa de Jonas... Y poco más... Mi selección favorita, que siempre ha sido Brasil, ya no me gusta, me parece un compactado de Alemania e Italia, sin jugo... A ver si me animo, hasta ahora, apreciar, apreciar, solo las vuvuzelas, ese sonido que hace que pueda comprenderse, tan bien, la locura del futbol...
22.6.10
ven en tren
Traviesas de madera y piedras sueltas entre raíles, igual que cuando, antes, atravesaba por la estación desde Teis a casa de mis padres en San Roque. Madera y piedras y sonoros pasos y salir como quien llega desde lejos, viendo las caras de los que esperan, de los que llegan, de los que se van, los diferentes trenes, los ecos de palabras: cercanías, talgo, expreso, vía muerta... Ayer volví a la estación por donde solía, pero esta vez fue solo por escuchar los trenes, sentir el aire que su velocidad deja en mi cara, esperar en un banco a que uno llegue, contrastar la información horaria, ver caras sonriendo, niños nerviosos, maletas y trasiego... Lo tenía olvidado, solo eso.
18.6.10
saramago
La estupidez anida siempre
en tejados cercanos e inesperados
junto a la envidia insana,
se soportan mal las voces propias
las que silvan canciónes
las que escriben poemas con lápiz de negrillo,
las que se saltan raias y sueñan con futuros
que no tienen que ser el de la infancia
por muy querida, impuesta,
se soporta muy mal a los que tienen alas
a los que tienen alas...
12.6.10
amapolas/papoulas/papoilas
6.6.10
Castilla
Ver amapolas es una sensación de infancia, todas las primaveras he guardado amapolas entre las páginas de mis libros preferidos, bueno, cuando era niño y mi barrio dejaba florecer las amapolas por todas las esquinas, porque, según parece, las amapolas, son una señal de tierra sana y ecológica, y el barrio es todo asfalto y coches. También es infancia el pan y la señora María avisándonos de que ya estaba y, como en un teatrillo, sentarnos a verla sacar del horno con aquella enorme pala de madera, una bolla tras otra hasta la artesa. Castilla estaba, pues, llena de pan, amapolas e infancia como un cuadro de Pousa. A veces pasa eso, un viaje se fija para siempre a la memoria en una imagen con la que nada ha tenido que ver, o si, mejor que sea así, que el pan, las amapolas, la infancia y la amistad se traduzcan en tierra de Campos de Castilla.
Esto no es más que una invitación a salir de la autopista, a recorrer carreteras secundarias, a llenar el zurrón de pan y queso y vino, a subir a un otero y ver cómo la primavera va inundando la retina de vida.
Xavier Pousa, mapoulas
3.6.10
eco
No regresan los días, todo es raro
y frágil,
las horas que no dibujamos
nos devuelven al tiempo que ya ha sido
y decir que ya ha sido es decir muerto.
El recuerdo, a pesar de ser único,
es un eco.
Tiro mi vida contra el valle
y me devuelve lo que queda de mi
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