Traviesas de madera y piedras sueltas entre raíles, igual que cuando, antes, atravesaba por la estación desde Teis a casa de mis padres en San Roque. Madera y piedras y sonoros pasos y salir como quien llega desde lejos, viendo las caras de los que esperan, de los que llegan, de los que se van, los diferentes trenes, los ecos de palabras: cercanías, talgo, expreso, vía muerta... Ayer volví a la estación por donde solía, pero esta vez fue solo por escuchar los trenes, sentir el aire que su velocidad deja en mi cara, esperar en un banco a que uno llegue, contrastar la información horaria, ver caras sonriendo, niños nerviosos, maletas y trasiego... Lo tenía olvidado, solo eso.
E deixáronte pasar? Porque agora hai control de acceso ás plataformas nas estacións de trens e xa as despedidas se ofrecen anticipadas con sabor a caramelo de menta sen azucre... (nada de bicos no vidro do vagón nin panos brancos axitados na distancia como aves moribundas...).
ResponderEliminarO bulício de uma estação de comboio nunca se esquece, a não ser que se ande demasiadas vezes de avião... :D
ResponderEliminarPois claro, 'solo eso'!
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