23.2.12

daltonismo



Respiraba con la misma ansiedad que la voz que le hablaba... ¿Puedes abrir los ojos?... Se extrañó al verse en una habitación de hospital porque no tenía la sensación de estar dormido, más bien de flotar, como un cóndor, entre corrientes de aire sobre aquel paisaje, a más de tres mil metros de altura... Tratando de encontrar un sentido a todo aquello recordó un sonido opaco en la espalda, sin el iii de los frenos, solo el pac del impacto contra su moto mientras esperaba en un semáforo... ¿Puedes hablarme?... No, no podía. Ni hablar ni mover un músculo siquiera. Solo aquel paisaje sin color y el final de un poema: Tumbado sobre el aire/ mira pasar los grandes pájaros/ que le enloquecen la memoria... La memoria. Cuando ni tan siquiera puedes mover un músculo, ni articular palabras, sigue existiendo la memoria, como un país en el que quedarse. Tal vez sea eso -pensó.

2 comentarios:

  1. Anónimo24.2.12

    Larga travesía la de ese desierto. Me recuerda muchas etapas de la vida. Alegrémosnos de que también hay partes del camino dulcificados de árboledas y algún prado de intenso verde que otro. No sé si se nota que soy asturiana. Si no se había notado, ´lo guardaré en el mayor de los secretos. Un abrazo. Minervina.

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  2. Anónimo25.2.12

    Es curioso, cuando visité por primera vez esta fotografía, no pude leer el texto que leo ahora. Aún así, creo que no hace falta introducir cambios en mi respuesta. Si acaso, añadir que la memoria "como un país en el que quedarse" es poco deseable por lo que connota. Otro abrazo. Minervina.

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