Hoy me acerqué hasta el puerto a escuchar las canciones que graba la salitre en los rostros de mar. Qué poco importa todo a ritmo de habanera. Morirse en esta ausencia no es siquiera importante, tan solo adelantar el que otra vez te vayas, como el mar, es siempre como el mar, te vas porque sabes que vuelves. Esta música, parece que estuviera agarrado a la baranda de una vida que pasea su vaivén sobre los muelles, como cada uno de los rostros que veo, yendo y viniendo en cada barco.
Es noche, oigo todavía a los niños jugar en la plaza -el sonido bullicioso del verano- tal vez estén mirándose, como en las despedidas, y recuerden las voces de este día como un eco especial, al que dio forma un verano distinto, o quizá simplemente estén jugando, aprovechan el tiempo que les queda antes de regresar a su rutina, antes de que la vida distancie más y más este último verano.
Te irás como la luz de este septiembre recordando estos días, nos iremos, habitaremos espacios que no existen, por los que el tiempo ya pasó sin darse cuenta de que, nosotros, nos quedábamos; nos iremos, cuanto más larga nuestra sombra antes se irá también, igual que el mar se lleva los castillos de arena al subir la marea y la luz nos recuerda que es hora de regresar a casa.
Vaya, o están despistados los enanos o es que ya me permiten seguir escribiendo, no sé por qué.
ResponderEliminarSerán las musas que interceden porque no quieren que te vayan
ResponderEliminarAntes de máis nada, Condado, unha crítica desconstructiva, espero: ti que fuches editor de revistas en horas vagas deberas saber mellor ca ninguén que estas linhas longuísimas son moi malas de ler. Achánteme un pouco polos pólos que acabo mareada de seguir o fío como se estivese nun partido de te.........nis.
ResponderEliminarE agora vou ser se consigo ler antes de que volvan os ananos.
"Te vas porque sabes que vuelves"... y es verdad.
ResponderEliminarReleyendo... Esto es bueno...
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