23.12.09

agenda

Me gusta que la gente consiga lo que desea tener. En el caso de Berlusconi, el deseo y la realidad no usaron guante blanco, pero mira, al mal tiempo cara nueva, que es navidad. Estoy ya con estas cosas de agendas y resúmenes del año. No he superado, todavía, el toque de realismo mágico que desde marzo nos mantiene en este estado de ataraxia, la naturaleza (democrática) no deja de moverse y soy esclavo de esta verticalidad precaria que abanea el cuerpo hacia la derecha cuando con una mano intento asir el aire y con la otra ponerme las gafas de sol. Este año (le digo a mi higado) lo dejo. Pero es difícil, cualquier excusa es válida para dejar resbalar la realidad garganta abajo. No pude reprimirme el otro día, por poner un ejemplo, cuando Llamazares imploró al rey de España que hablase con su amigo, también rey, de Marruecos, sobre el Sahara libre, la dignidad y las justas peticiones de Aminetu. Fue hermoso. Pero no puede ser, este año, entre depresiones y tristezas, todo me lo he tragado, la crisis (se llama así?) de Honduras, la muerte de La Negra y Benedetti, Irak, Afganistán (recuerdan?), Obama... Tiempos de jugos gástricos... Y no todo fue malo, pero claro, casi peor, imposible ser del Barça y no querer celebraciones... Y hoy navidad

21.12.09

¿quien va a recordar?



zz-London/ condado

Guardo en rincones del alma abrazos partidos
sin tiempo de verse a los ojos
sin tiempo de hablar.
Traigo palabras manchadas,
el poso de cuerpos sin nombre, de nombres sin cuerpo
que pueda tocar.
Como un museo del tiempo que nunca podré olvidar
porque me quema el olvido
y si olvido me muero
y si muero
¿Quién va a recordar?

19.12.09

amarre


Ponte de Lima/Condado


a/Condado
Un marinero puede irse a donde quiera con su barco.
Un marinero puede medir el tiempo en olas,
partir hacia el lugar que sueña,
llegar a ningún lado
o atracar en el punto más incierto.
Un marinero sueña que navega y ya va navegando.
Nosotros soñamos con el barco y el mar y el marinero
pero no navegamos
seguimos agarrados, sin deriva,
sin alejarnos demasiado
de ese lugar que nunca será un barco
y que llamamos vida.

10.12.09

entre cero y cien





















Le regalé unas alas pero no se atrevió a subir conmigo por encima del aire, me dijo que ya no está en edad de pajaritos. Así pues, la subí, con un poco de engaño, en la máquina ideada por Wells y que compré hace poco en un mercado viejo, aquí, en Cerveira.
Casi sin sobresaltos, a velocidad media de tarde fría de invierno, quise que regresara al lugar donde alguna vez deseó que el tiempo se parara. Yo le dije que no, que no abriría los ojos. Al poco noté un beso en la mejilla y la voz de mi abuelo preguntando si estaba ya arreglada. Tranquilo, Juan -le dijo- hay tiempo. Tuve que abrir los ojos: mi abuelo traje gris, ella un abrigo de terciopelo negro, zapatos altos y el pelo recogido, pasean por la calle Fuencarral llena de gente y luces de todos los colores, siguen por Olavide, hasta la plaza, farolillos flotando con la música de chotis que toca el organillo, los amigos saludan con un chato en la mano en la terraza de Casa Puebla, mi abuelo busca mesa y se sientan un rato, están hablando pero no los oigo y se rozan sus piernas debajo de la mesa... Cerré los ojos y esperé que acabara la verbena. De todos y cada uno de sus días mi abuela había escogido solo eso, una tarde de fiesta con mi abuelo y una mesa en un bar donde charlar un rato... ¿Qué estabais celebrando? -le dije- Es que antes salíamos cada tarde de sábado, hijo, cada tarde, vivíamos para eso, y hoy, ya sabes, estoy de cumpleaños, cumplo noventa y siete...

4.12.09

... Sin ira Libertá




A María, la editorial Casamia le pago por traducir una novela de Ernest Milller a su minoritario idioma. Al día siguiente de su publicación, la novela estaba en la red para bajarla, gratis, a libros digitales o leerla, gratis, desde el ordenata. La editorial acaba de cerrar y María, por supuesto, se quedó sin trabajo. Son las cosas de la libertad. A Quevedo se lo comería Don Pablos y a Cervantes Rinconete y Cortadillo. Y nosotros tan guay, chateando y hablando del tiempo, y de la libertad de expresión, ¿o nos la comería la ignominia, también?

                       De mi Banco de...              Para que no me olvi...              De Pancho Salmerón           ...