Tenía la fachada de hombre de mucho mundo, volvía de un viaje y empalmaba con otro casi inmediatamente, en el medio tan solo la maleta, una colada rápida y pasar por el banco, que era quien esperaba con algo de inquietud por su regreso…
Le mordía su casa, los recuerdos, cada fotografía,
había convertido el salón en un pasillo y entre viaje y viaje transitaba entre
la cocina y su habitación contemplando el aspecto cada vez menos humano de todo
aquello…
Y no la casa solo, cada vez que veía el letrero final
de la salida en los aeropuertos y la puerta de cristal se abría como un
escenario al público que esperaba ver familiares, amigos, amantes, le mordía un
poco también, incluso leía los cartelitos que chóferes o empleados levantaban
sabiendo que ninguno llevaría su nombre…
Y le mordía el taxi y las respuestas iguales a las
mismas preguntas cada vez que llegaba, hasta que los ojos del retrovisor
comprendían sus pocas ganas de hablar, su fatiga…
- De dónde dijo que es usted?
- Ourense, soy gallego… En dos años me jubilo y allí
que me voy, que ya estoy harto de tanto coche y tanta ciudad… Allí la vida es
otra cosa
Y entre el pasar violento de la velocidad del coche
contra el guarda raíles se repitió otra cosa, otra cosa, otra cosa
La nostalgia es como el aire. ¡Si lo sabré yo! Minervina
ResponderEliminarCuanto tiempo… Me alegra saludarla
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