24.10.14

límites


















Al entrar en el piso se fijó en la bombilla del techo, en las cosas repartidas por el suelo, las siluetas de los muebles en las paredes vacías, sintió la humedad, el frío… La libertad es esto –se dijo-,  un piso vacío… Y sonrió… Recordó los días que llevaba afuera y los sopesó uno a uno como si fuesen mojones clavados en el camino de un tiempo invertido, de un tiempo hacia el desamor, el resentimiento, el rencor, el aburrimiento... Trató de acomodarse como pudo y dormir, pero no, ruidos de tráfico, la música del coche en una despedida, pasos en la escalera, llaves abriendo otra puerta… Se dio la vuelta, su cabeza volaba ahora por los acantilados de Moher, recordó la belleza salvaje y los pulmones llenos al borde de los acantilados. No -se dijo-, el vacío es la pérdida, no la ausencia, los límites no existen más que en nuestra imaginación, como aquella línea imaginada que teníamos trazada en medio del río los baixomiñotos, o el horizonte en el mar, todo lo creamos para superarlo, para crecer, mañana es una estantería en la que ordenaré mis cosas, el corazón un músculo, los ojos una lente y las manos no sienten, solo palpan… Y la cabeza se resetea… En cuanto logre dormir

1 comentario:

  1. Mándalle unha botella de albariño daquel e dormes coma un bendito.

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