6.5.13

deladelicadeza


















Aunque nacer nos cuesta tanto esfuerzo se muere de repente, se mueren las postdatas y las notas al margen que se marcan con lápiz a derecha e izquierda del borde de la vida. Ayer, por ejemplo, cuando llamaba por su nombre a las vocales, gesticulando al sol y sentado en la arena, se me vino la voz después de tantos días, me vivió. Luego en casa murieron las frases manuscritas y los recados llenos de interrogaciones que colgaban de imanes en la nevera. Las había bonitas: "Te llamaré", "... No viste??", "Te veo en unos días", "Te quiero también mudo"...
Hay tres mil vueltas de más en el cuentakilómetros de mi coche, de días que no sé muy bien si fueron y volvieron o no existieron nunca. Recuerdo cosas, si, pero certeza no tengo demasiada y, hoy, sonará la alarma de mi móvil llamando la atención a esa parte de mi que va al trabajo, esa parte que escucha a la otra media decir tantas veces: menos mal que aún tenemos currele... No sé

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