1.9.12
ela i el
Les gustaba sentarse sobre los troncos que los leñadores arrimaban a los caminos, esperando, día tras día, la desnudez del bosque como voyeurs daltónicos: silencios verdes y silencios rojos... El paso de un animal entre el follaje les despertaba instintos de atención, de observación, de caza, de deseo... Pasmaban... Se dejaban acunar por la ternura entre la luz oblicua de la tarde... Era entonces: cuando las vinagretas amarillas: cuando los ojos paseaban entre la miel y el olvido: cuando masticaban las horas... Cuando soñaban nombres para cada lugar en el que estaban y colores para cada tarde
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