30.6.11

fernando



No había sido un buen compañero ni un buen padre, un vivalavirgen más bien. Aquella vez se embarcó de marinero en un pesquero que salió desde Vigo. Antes, había embarcado hacia Cuba, tres veces, cobrando por hacer la mili de otros. Fernando aparecía y desaparecía por aquella casa que aprendió pronto a no depender de él. Esta vez iba a faenar a Marruecos.
Cuando la llamaron de la armadora, Esperanza se enteró que la pesca había sido buena, que recalaron tres días en Casablanca antes del regreso, que después se perdió la comunicación y que otros barcos que faenaban en la zona no pudieron llegar a tiempo de rescatar a ninguno de los tripulantes cuando el barco naufragó. Esperanza no lloró, recogió el poco dinero que le dieron y caminó un poco entristecida, por la muerte de su marido, a casa. A los seis meses le dieron el certificado de defunción y una semana después pagó un funeral en recuerdo de su esposo al que fueron algunos familiares.
Un mes más tarde Fernando apareció por la puerta de casa como si tal cosa. Casablanca había ejercido algún tipo de atracción sobre él que le impulsó a no regresar, esperar otro barco mientras gastaba el dinero que el capitán le había adelantado a cuenta de la marea... Increíble la suerte que he tenido, verdad? –les dijo después de escuchar lo que había sucedido por aquí... Esperanza y sus pequeños hijos estaban perplejos. Fernando decidió entonces no decir nada a nadie, dejarlo como estaba. Y así es como mi bisabuelo Fernando, apodado el andaluz –porque de Andalucía era- pasó a ser, además de un vivalavirgen, un fantasma.


(lo que hubiese dado por conocerlo)

3 comentarios:

  1. E que viva, por milénios, esse Fernando, 'el vivalofantasma' e o amante de todas as virgens...!

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  2. Pero, una vez aparecido el fantasma, se quedó en casa? se volvió a ir? Como se puede vivir con un certificado de defunción propio? creo que me he perdido.
    Aunque eso si: fascinante historia

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