Alejados del mar, de las grandes ideologías, de las metáforas puras, de la arena de playa que se pega a la piel y deja siempre restos, el campo de batalla en estas elecciones es la piscina, la de hablar castellano, no la histórica. Y nos entenderemos. Al cabo, la piscina es un mar pequeñito, más tangible, con su autonomía, su sol, sus hamacas y sus sueños chicos, que hay muchas competencias entre cuatro paredes. Una piscina y sueños que se cumplan, sin crema bronceadora, no se escurran ideas como anguilas. Una piscina y la seguridad que da saber que tocas pie o que si te zambulles haces olas tremendas, que te espera al salir una sombrilla, una toalla amable y un vasito de agua mientras, allá, a lo lejos, ves el mar agitado y violento, con pulpos, tiburones, ballenas asesinas, inclemencias... Una piscina con un seto alto y verde alrededor, lejos del mar, que marea solo de pensarlo
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