24.4.11

25 de abril (ya/para) sempre


Habíamos quedado, era abril, veinticinco, tú acudirías en autobús, yo bajé en mi Visa, conduciendo toda la noche hasta Lisboa y perdiéndome más de una vez. Me quedé dormido y desperté muy tarde. Salí del coche, cerca de la Praza da Figueira y corrí hasta la estación central de Rossio. Casi dos horas tarde. No estabas. Las calles llenas de gente alegre que comenzaban a celebrar su particular revolución, vendedores de claveles por todas partes, alegría, y yo mordiéndome las uñas y las ganas de verte, subiendo a las farolas, a las escaleras del teatro nacional, sobre el caballo de un tal Pedro... Podías ser cualquiera entre las miles de personas que abarrotaban el centro de Lisboa a aquellas horas, volví cada hora en punto de aquel día a la puerta de la estación, estuve en cada rincón donde se celebraba una fiesta, en cada punto elevado de la ciudad, gritaba desesperado tu nombre y algunos, sin entenderme, levantaban el puño y el clavel hacia lo que pensaban, era una proclama. No podía ser cierto ni pasarme a mi, me decía, pero así pasó el día. La última vez que volví a la estación estaba tan cansado que me apoyé en una pared, en la puerta de salida, me senté y me quedé dormido mucho tiempo. No había ruido apenas cuando abrí los ojos y comprobé que era noche cerrada. Mientras decidía si morirme allí mismo o si sería mejor tirarme al Tejo, mientras entre sueños todavía pensaba qué habría sido de ti, sentí un peso pequeño sobre mi brazo izquierdo y, al girar la cabeza, allí estabas, apoyada y dormida también. Cuando abriste los ojos y me enseñaste casi llorando un "cravo" que alguien te regaló mientras me buscabas, supe el significado exacto de la palabra alegría. No sabía si darte un beso o comerme la flor, pétalo a pétalo, aquel día de abril.

2 comentarios:

  1. 1974? no me salen las cuentas como claveles.

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  2. No, no... Mucho después, claro, por esas fechas todavía tenía granos en la cara, además, como siempre, es todo mentira

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