28.2.10

deriva



Las ciudades se ven en el espejo de sus calles, relamen soledades por los amaneceres y descubren de nosotros al otro, el que escondemos, el sobreviviente de naufragios y singladuras arribando a las primeras horas de la mañana. Y sus calles se ven en nuestros ojos mientras trabajadores limpian con mangueras la huella de la noche. No nos vemos nosotros, delgada, larga y sin cara, la sombra nos remite hacia el suelo, que hace música hueca de nuestros pasos. Al fondo, después de la respiración que intenta rellenar de aire los pulmones, al levantar la vista, lentamente, un café. Un café y una mesa y una esquina y un lavabo del que vienes con ritmo de derrota ¿Qué quieres tomar? ¿Y tú –me respondes- qué has pedido? Un café, he pedido un café con un doble de besos y una nube de abrazos… Anda, vámonos ya, me sonreíste.

2 comentarios:

  1. Non conseguín descifrar a segunda foto, pero gústame.

    Do resto quedo coa sombra e os ecos, a música oca dos pasos.

    E o café: a min cunha torrada xa me valía ben, con manteiga con sal. Que triste.

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  2. Vaya, fixésteme rir...

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