Solo las botas de piel vuelta sobre la baranda rompían el hilo de saliva que cosía el mar al cielo.
Soñaba la bahía como una colmena que poco a poco la arena iría tapando -como sobraban las reinas, nuevos enjambres de arena, como nuevas dunas, empaparían el mar.
Los flamencos teñían de rojo el agua de la bahía.
El aire caminaba sobre el asfalto, compañero de los hombres sin nombre por las afueras de la ciudad.
Nosotros rebuscábamos entre palabras poniendo nombres a sueños como Walbis Bay
Compra a moto, que marchamos a África a tomar unhas tapas. E a pasmar.
ResponderEliminarVou botar a quiniela
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