Un
sello es importante si llega a su destino; si ha servido de guía a una historia
de amor; si está certificado que cruzó los océanos; si abre la imaginación al jeroglífico
imposible de lo desconocido… Y los sellos se besan pensando en el país del que vienen
las cartas… Y se guardan como piezas del puzzle que completa emociones cercanas...
Los sellos son postales de lugares a los que seguramente nunca has ido; son la
certeza de los sueños… Abro la puerta del pasado, recojo un beso en la puerta y
observo con envidia un despacho que sé lleno de vida y de países que Santiago
conoció a través de su pasión por la filatelia. El pequeño despacho está vacío;
huele a papel; hay una lupa enorme junto a las carpetillas de tendero y
pequeños cajones, tantos como países, o no, no tantos, que nunca se completa
del todo ninguna colección… Toco un objeto como recorro un camino o vuelvo a un
bar para sentir la compañía del que falta; pensando que todo alrededor me lleva
hacia una piel, una mirada, una canción; dejándome mecer en el regazo de un
tiempo feliz… Muchas veces regresamos a sitios del pasado buscando una caricia
aunque sea del viento… Y voy cantando: Verín de Verín, carretera de Chaves, Verín de Veríiin,
aguas minerales, Verín de Veríiin, carretera de Chaves, Verín de Veriiín… Deee Veee
rín
Dá un abrazo ao Santi.
ResponderEliminarLo malo es cuando se busca una caricia en el pasado y éste ya no responde. Aun así, es bueno intentarlo ¿verdad, lectores? Un abrazo. Minervina.
ResponderEliminarVerín de Verín...
ResponderEliminarcarretera de Chaves...
bodega de Faustino...tralalá, trelelé...trululu...
Hugh!
Hugh...!
Quién carallo es Santiago?
ResponderEliminar