El camino empinado hacia casa le pasó cuenta del cansancio acumulado durante el día, los días. Tosió una y otra vez desde el tabaco y se paró en el banco de madera de un vecino a descansar un rato. En las noches tan claras, las luces se repiten sobre el agua difuminando los limites del tiempo y del espacio. Un aleteo –se dijo- y estaría en El Racimo muriendo en habaneras, una alas para pasar bajo el puente de Rande y ascender vertical sobre esta noche límpia, volar sobre la ría, las Cies, Cabo Home, sin esfuerzo, dejándome llevar, jugando con el viento como hacen las gaviotas... Se levantó y al poco llegó a casa, pensó que debería dejar una luz siempre encendida para cuando, de noche, regresara. Las luces, las distancias, los caminos, las casas, abajo el mar, es casi media noche...
Iso se non confunde a casa cunha farola, e se enche de petar abaixo, que lle abran.
ResponderEliminarNin foi para tanto, moderación e cantar a modo ao compás da aboa, que non parou en toda a noite
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