9.11.09

tarde


Manolo Buciños/Torso


Aquel día era tarde. La mañana nos sorprendió abrazados todavía pero era ya muy tarde. Su voz venía de una secuencia de propósitos pensados mucho tiempo antes de decirme: ahora, cuando me venga aquí. Y me sonó muy lejos. Había amanecido muy tarde esa mañana y yo casi no estaba, contemplaba el paisaje de cuerpos sobre cama lejanísimos, como en el poema que tanto me gustaba pero que no era mío. No supe contestarle, solo tenía que irme ¿quedamos para luego? No sé si podré estar. Y al vernos a los ojos comprendimos qué tarde era ya entonces. No volvimos a vernos. De nosotros solo quedó aquel tiempo, aquel tiempo perdido de cuando no supimos nada más que esperar y esperar y la felicidad no esperó por nosotros.

1 comentario:

  1. A felicidade non espera: son pedazos que hai que trincar cando pasan e devoralos.

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