Si hay que comerse los marrones los prefiero de chocolate, y los días pirulís de caramelo envueltos en papel de estraza. Es el producto lo que tenemos alterado y, aún así, no da igual cómo vengan el resto de factores a rompernos el alma. Un poco de orden, por favor, los sentimientos de uno en uno para que nada parezca nada grave
Que nada parezca grave, ni la voz.
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