3.8.08

V / la italiana


El capítulo de comerse las mondas de naranja contado por mi madre y su amiga Aída es popular en el barrio, donde, como en el resto de España, en la posguerra se pasaba hambre... Lo que tenéis es apetito, qué sabréis vosotros lo que es el hambre... Repite mi padre con toda la razón que puede. Las casas de San Roque no eran muy grandes pero todo el que podía alquilaba o realquilaba habitaciones para ir tirando. Mi abuela, viendo lo mal que lo pasaba un matrimonio joven, realquilado en la casa de al lado, recordaba a diario su propia experiencia, así que en su casa casi vivía la italiana y su hija. Allí comían y se duchaban las dos antes de que llegara el marido, que siempre hizo como si nada supiera al igual que los demás.
La gratitud de aquella mujer llega a casa de mi abuela sin falta cada cumpleaños y navidad desde hace cincuenta años. Para mí la italiana era desde pequeño una especie de familiar de los muchos que nunca había visto... Pobre mujer, morirá sin poder volver a vernos... decía con frecuencia mi abuela después de hablar con ella. Así que fuimos a verla nosotros.
En el viaje de dos días hasta el pueblo donde vivía en el pirineo de Huesca, mi abuela fué recordando para mí, aquellos días en que conoció a la italiana, a su hija y a su marido... Lo que no entiendo es porqué lo pasaban tan mal ellos, su marido era de la división azul y sin embargo lo pasaban mal. Creo que él trabajaba de mecánico. Era de cerca de donde vives tu, de La Guardia. Alguna vez que la guardia civil entró en el bar de Avelino, a cerrarlo, porque antes había el toque de queda y había que cerrar, pues si estaba él, hablaba con los guardias y se iban. Esto me lo contó tu abuelo, un día que casi los llevan a todos presos, se ve que estaban entonaos... Fíjate, uno de un lado y otro de otro tomando vinos juntos. Antes es que no se hablaba de nada de esto, nadie sabía lo que pensaba el otro... Pero eso si que siempre nos ha extrañao, que siendo de la división azul estuviesen tan necesitados. Ahora se lo preguntaré... Huy, hijo, que lejos que está esto ¿No te habrás equivocao?...

7 comentarios:

  1. Entón a avoa non sabe que o neto ten un compás na cabeza e só se desvía, nunca se perde?

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  2. Sempre a poñer o punto sobre a i. Exactamente.

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  3. Não sei se entendi, totalmente!

    Mas é para continuar, não é?

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  4. Continuará un pouco máis. Esta viaxe foi hai dous anos e a miña aboa ten 96, vive soa e mantén a cabeza no seu sitio.
    El viaje de mi abuela (etiquetas)

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  5. Bueno, creo que yo también voy a darme unas vueltas por acá. Daré y di, ya, varias. ¡Qué buenas fotos! Elegí este para escribir por un par de asuntos en común. El comentario de mis viejos sobre "qué sabreis vosotros lo que es el hambre" -él nació en el '36, ella en el '40-; acá sonaba,si a alguno no le gustaba una comida, la frase "Falta de hambre..."
    Por otro lado, tengo un tío que vive en Valencia y está muy orgulloso de sus días con las camisas azules puestas. Que estuvo en Rusia, parece.
    Un abrazo desde Buenos Aires. ÁB.

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  6. A los camisas azules les quedaba bien el traje porque eran jóvenes y sobre todo inconscientes, aunque yo tengo un amigo que a la incosciencia le llama falta de lecturas.
    Un saludo

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