Estábamos viviendo los problemas a cubierto, entre soportales y goretéx. Decíamos que discurrían como la lluvia de esos días, nadie podía suponer que fuese el mar quien cayese del cielo. A veces la vida se ríe de nosotros y pasa de lección sin que tengamos tiempo de echarle una ojeada siquiera a los dibujos. La vida enseña, dicen. Nosotros tenemos los prismáticos del revés o no nos hemos puesto las lentillas. No sé, todo parece cierto, el mar sobre nosotros y debajo este cielo, este viento que nos movió las páginas dejándonos un blanco inmenso y encharcado. A la deriva. Y ese mareo que no sabes qué pasa.