15.11.15
la mer
Una barca, una caña y el mar suman tres días, no es un período eterno de felicidad pero menos es nada. No sabe el cambio climático lo agradable que es en noviembre un reflejo de sol molestando las pupilas, quemandome la piel, desvistiéndome mientras me estiro sobre la popa viendo chirivitas en el cielo de los ojos cerrados, cosiendo felicidad a estos días de angustia y ansiedad... La felicidad es esto -me decía sin mentirme. Si, ahora es esto y me abrazo a la frase… Me soñaba, como siempre me sueño, con mi hijo o mi nieto o esa adopción que siempre ronda mi cabeza, intentando levantar un pez imposible, ayudando con el ganapán a que un chopo no escupa la tinta, colocando un anzuelo y sintiendo casi su cara en la mía, el sol, el mar, la barca… Pero nada es redondo, al menos tanto como yo lo deseo, la vida es ese choco que tira de la caña desesperadamente, el ruido del motor cuando voy de isla en isla, los peces prometidos y el niño que, si llega, tal vez llegue muy tarde. Mañana otra vez lunes, de nuevo carretera… Ya podía ser viernes
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