24.5.13

carta

















Hoy descubrí que un cuadro debe tener enfrente un lugar donde sentarse a ver cómo la luz de una tarde, como la de esta tarde, entra y sale de él, lo enciende, se pasea por su piel matizando los tonos, parándose en cada color, descubriendo pinceladas intimas, roces suaves, pensamiento, silencios apasionados, pausa y horas de estar allí, plantado, delante del amor, fuera de todo lo que no sea el cuadro en el que vives -has vivido ya- hasta que el tiempo decide –decidió- llevarte a otra pintura, a otro lugar amado... Como te envidio Fernando. Hasta me pareció por un momento que podía estar viviendo contigo el momento de la pintura, ver los colores que quizá viste tú mientras pintabas y que como nosotros nadie vió. También pensé que esta increíble luz entró en tu cuadro escapando del frío; que en realidad fue ella quien buscó el amparo de tu pintura reclamando de una puta vez la primavera. Por otro lado sé la historia del cuadro y por eso esta tarde me pareció estar viviendo dentro de una metáfora, o de la metáfora, puesto que todo es achacable a la vida, hasta la muerte y tal vez lo que me guste de esta obra sea el movimiento, esa constante, lo que nace del rescoldo de lo ardido… Vete pues colgando de la primavera un poco más de obra para que pueda verla un día de estos…

Y un abrazo lleno de nostalgia (que se me pasará)

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