22.2.11

tabulaciones




Pienso en las cosas que ocupan esta mesa, unos sobres con cosas de los bancos, unas llaves que jamás utilizo, un broche que he olvidado regalar, dos libros inacabados, una carpeta con un proyecto en que no sé si quiero participar, unas tijeras, dos cartabones, una lámpara y este ordenador. A los lados no hay nada, paredes limpias, en el suelo una alfombra y sobre un apoyo,  a mi derecha, una guitarra. Tengo enfrente una ventana y veo el mar al fondo de este valle en que vivo, no es gran cosa, el final de la ría de Vigo y Cesantes. Llevo muy poco tiempo aquí y sin embargo, a veces, cuando regreso a casa y salgo un rato a pasear a mis perros, no sé por dónde vine, si adelanté a algún coche o si puse al final de la recta, o no, el intermitente. Tabulaciones. Siento cómo la vida acota horarios, recorridos, cómo marca una agenda cada vez más completa sin apenas respuesta desde este lado, el mío, que obedece sin hacer preguntas. Esto no puede ser más que una cosa, que me estoy ubicando. Es raro. Y no sé si me gusta

15.2.11

mundo


- Qué bobo eres amor, no sabes lo que tienes...

Pensaba que no era una suerte tan buena, como Elena decía, salir todos los días del edificio y tener que atravesar la Plaza del Mundo para llegar al centro o a la parada de autobús más cercana. A Elena le gustaba aquella plaza tranquila y sin tráfico con la bola del mundo girando siempre entre un pequeño apoyo de granito negro y una cortina de agua. Se pasaba mañanas enteras leyendo en los bancos de la plaza o charlando con mis vecinos, jubilados y niños sobre todo, que celebraban cada vez que ella venía a verme y a quedarse unos días. Elegimos el piso por aquella escultura, la plaza y la tranquilidad, era cierto –le decía- pero tu tienes cada vez menos tiempo libre y a mi, ver el mundo girando sin parar todos los días, cada vez que salgo, me recuerda la mentira en que vivo, esta bola de cristal que me protege del exterior, de todo lo que pasa, me recuerda que soy ajeno al mundo, que no cumplo con la parte que me corresponde, que solamente vivo, que estoy parado mientras esa bola gigante, el mundo, gira y gira y gira, como en la canción...

 
Apenas me escuchaba, en la ventana, mirando hacia la plaza y riéndose como si estuviese delante de un teatrillo de marionetas callejero...

11.2.11

no pasa nada


Al capitan Dick le ha llegado un cable urgente esta mañana, una sirena pronunció su nombre al pasar por Cabo Cañaveral. En todo el día nadie dijo nada; ninguna vela recogió algún viento; el barco hacía olas al mar y los marineros clavaban en el mástil sus navajas suspendiendo en el aire palabras que no serían dichas. Nada sucederá puesto que nada pasa, aunque siguen las olas como un metrónomo caprichoso tentando el tiempo. Altamar significa lejos de las mareas, nada viene, ni va, tan solo pasa, sin dejar anhelantes mensajes escritos en la arena, ni pisadas que borrar en las playas. SOS. SOS. SOS... El mar ya no dibuja estelas sinuosas detrás de la deriva del nosotros.

8.2.11

los días




Esta manera absurda de pasar por los días sin que se den ni cuenta no sé si es lo normal. Hoy una novedad, el viento que limpiaba desde el norte los restos de humedades del invierno, presagiando primavera, se ha dado vuelta, de manera que una travesía húmeda penetra por la ría desde el sur y ha empezado a llover, ha cambiado el paisaje. Yo no sé si es un guiño de la naturaleza incitando al viaje o al cambio de aires, probaré a ponerme del revés los pantalones y dibujar mi cara en un cartón que ataré con una goma al carnaval que está llamando a las puertas por ahí, la careta da siempre compañía, te sientes por momentos compañero de esa otra mascarita que habla y bebe a tu lado, te ríes un rato, todo es carnaval: manhá tão bonita manhá de um día feliz que se va… Increíble, apenas comienza febrero y ya estoy pensando en irme, cada año es igual, sé que debo esperar a marzo avanzado o comienzos de abril pero nada. Ya veremos. Lo que cansa la espera, no? Y en realidad, qué tengo que esperar?. Ya veremos.

5.2.11

mubarak


Tengo frío en los huesos. Parece que el silencio es la parte compartida aquí, en la web, en estos días de plazas ardiendo y pasapalabra. O que tal vez no suceda lo evidente, no sé. Pensar en el país de las mil y una noches produce escalofríos y no apetece nada nadar o hacerse el muerto ni en el mediterráneo calentito. No está el tiempo para eso. Ni para esconderse en cuevas con tanto Ali Babá rencoroso por ahí. Dónde nos llevará esta Kifaya es algo que no sabe nadie, o casi, con estos vecinos ejemplares. Hosni, coño, te quieres ir ya?

                       De mi Banco de...              Para que no me olvi...              De Pancho Salmerón           ...