30.8.12

de a dos















Tenía un mapa de ciudades pequeñitas
que pronunciaba como olas,
de a dos:
Porto, Regua, Lamego, Foz Côa, Barca de Alva...
Un mapa de sonidos impronunciables
y bares subrayados que no tenían nombre.
Un mapa de silencios sordos y caminos de atemperar el alma
a fuerza de chapuzón entre el paisaje.
Un mapa de sensaciones en relieve
para perseguir soledades con los dedos.
Un mapa de perderse y para que me encuentres,
por si me buscas.

22.8.12

no es lo mismo


Me he alejado un poquito de esta ciudad que quisiera, como todas las ciudades, ser manzana (no es por joder, pero Vigo tiene eso, la sensación de gran manzana vista desde la ría, desde el mar, sobre todo si la ves por la noche, alejándote de ella hacia Cangas o Moaña en los barcos que cruzan la ría). Me he alejado un poquito, decía, buscando tranquilidad, calma y mejorar el horizonte (cerca, lejos, arriba, abajo, como Blas), porque me preocupa mi salud, mis ojos, que no han hecho una sola foto desde hace un año, mi cuerpo, que no recuerda que es el ejercicio, mi cabeza, je, je... Mi cabeza... Ahora, cuando me aburra por las noches podré contar los pinos, las estrellas, o dejar que mi imaginación se suba a cada avión que cruza el inmenso cielo que está sobre mi cama. Hoy me he despertado escuchando el chorreo de las perdices de la cuesta de al lado y al asomarme vi pasar las palomas, lejos y cerca, arriba y debajo de mi. Y el silencio otra vez.

Pero ya se terminan las vacaciones y no creo que mis jefes entiendan esta necesidad de asomarme a la vida desde esta perspectiva. En fin, tengo ganas de acabar todos los apuntes de nuevas canciones que dejé sobre el escritorio, ver como crecen algunas que se quedaron en mi a través del tiempo y ensayar un poco también...

Me dispongo a salir otra vez hacia el norte -una última vez en mucho tiempo- y me cuesta meter las cosas en la maleta porque ya no sé si es invierno o verano o si el centro geográfico en que vivo se ha convertido en doctrina y los extremos, ágiles y dribladores, me parecen laterales zurdos y duros... Bueno, voy tirando, aunque con la hora que es me parece que me dará la hora de comer en Benavente, el Hermitaño, qué pena... Aunque para eso está la visa, no?... Que se joda la crisis.

19.8.12

S.O.S

El sol. Abres los ojos y el viento de levante -creo, todavía ni vientos considerados propios tengo aquí- mueve las hojas de los árboles contra un cielo de noche americana. Demasiado sol. Me muevo lento y busco una casa que me acoja, tengo suerte, aquí al lado de mi hamaca está, justamente, esta que habito. Uf, cuanto sol. Un vaso de horchata de chufa ché y como nuevo. Ni con esas, por más que intento aclimatarme a la vida de chalé no acabo de sentirme perro del todo, perro de chalé, un guau y otro rincón a donde dar con mis huesos y esto que los recubre. Guau. El sol, tan necesario para esto de las estupideces, no debió darme tanto en la cabeza. No sé qué hacer. Tal vez un baño en la piscina. ¿Y si me ahogo o se me corta la digestión?... Vaya, el teléfono sin cobertura. Socorro. Aunque es inútil, que nadie me oye. Un perro de chalé es imprescindiblemente prescindible: Tienes perro?... Anda por ahí. Como la crisis, que se sabe que está pero que no se ve, se nota solamente, sobretodo en los precios. Casi voy a comer algo antes del baño así cerraré practicamente todas las posibilidades de que me dé algo al chapuzarme en la piscina. Cuando vengan y vean boca abajo mi cuerpo un tanto hinchado flotando sobre el azul de la piscina como un globo que se ve desde el cielo sobre el azul del mar. Azul de noche americana. Como me mueva de aquí palmo. Aunque tan solo sea de pensar en las estupideces que me digo. ¿Que se diría un buen perro de chalé?... Socorro, S.O.S, internet, wifi, un disparo al aire... ¿Es que nadie ve que me muero de ganas de tirarme a la piscina y ni siquiera tengo fuerzas para levantarme en esta noche americana azul?... Maldita suerte esta del bienestar, la tranquilidad y el sinvecinos... Bueno.., ya que estoy así.., voy a ver si me duermo...

11.8.12

Intersecciones

No sé si será vida o las intersecciones, los encuentros circunstanciales entre vidas de otros, los cruces y el espacio de nadie, o de todos, entre tal y cual punto. El caso es que aquí estoy, escuchando que hoy -primera del telediario- será el día más caluroso del año. Pensando en quien gobierna estoy seguro que esta degracia no ha de venir sola, que esto es solo el principio de una serie de días invivibles a los que, queramos o no, hemos de acostumbrarnos. Y que este calorazo que yo me como en Cádiz significa que en Berlín hace menos peor tiempo y corren la cerveza, bañadores y pieles por dorar en los parques pucrísimos sin memoria del sur. Ya sé que existe el sur, o estoy en ello. Y tal vez porque llevo el pendrive lleno de ternura verde, ojos de vaca y lágrimas de buey, me siento autorizado -aunque no sé por quien- a decir que me gusta. Y me preocupa que una playa infinitamente compartida, como La Barrosa, no ocupe en mi memoria un lugar de ensoñación tan grande como Le Bois de Boulogne o Hyde Park. Bueno, me preocupaba. Ayer he visto cómo el poniente sacaba la goma de borrar acercando el horizonte, poniendo África al alcance de la mano, ahí detrás. He visto cómo un tomate y poco más se convertía en salmorejo. He saboreado el mar que corre dentro del corazón rojo de los atunes. Y al final, la sonrisa. Poco a poco. Cómo volvía la sonrisa a los labios de las vacaciones. No sé si será vida o las intersecciones ese punto de blancos a lo lejos, entre lo que borra el poniente y lo que vaticina el norte. Esa perspectiva ante la que detienes cualquier impulso que prediga movimientos que lleven más allá del vaso de horchata helada o el whisky con hielo y mucha agua. Esa espera. La ola que se va dejándonos perplejos mientras la vemos alejarse más allá de cualquier esperanza, sabiendo que las burbujas que notamos bajo los pies son el presagio de un tsunami del que no escaparemos. Que tal vez sean estas, por mucho tiempo, las últimas vacaciones. Y ensayando la sonrisa, que habíamos olvidado, para cuando nos llamen. Porque llamar, nos llamarán a todos.

                       De mi Banco de...              Para que no me olvi...              De Pancho Salmerón           ...