… Y la necesidad de guardar cosas, de nada por el medio, de tener todo dispuesto para cuando ya el día creyese despertar a quien no había dormido y marcase en el reloj la hora de partida. De guardar cosas, que no quedase nada, llevarse hasta las ganas que un día lo trajeron a esta ciudad tan grande... En sus ojos cerrados nunca pasaron coches, atascos, semáforos, estaciones con punto imprescindible para poder encontrarse, siempre seguió soñando con un andén casi vacio, un tren, dos vías, una mano en el aire y un abrazo, carreteras sinuosas y hablar, hablar, hablar como hace tiempo que no hablaba, de cosas que no hablaba, de distancias, colores, amigos, familiares, de perros, de cocina, de lugares sin nombre… Tenía necesidad de guardar cosas, de no dejarse nada que lo hiciese regresar, ni mirar atrás siquiera, ni un nombre, ni un zapato, ni un libro, ni una foto que sirviese de disculpa, ni un teléfono… Nada…
… Tal que estuviese huyendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario