La
ciudad es una anarquía de luces que
no sirven de guía a los perdidos, ninguna
luz se ha apagado esta noche, nadie
ha encontrado su destino. Al
pasar bajo el quicio de la puerta, la que
ilumina mi entrada tampoco se ha apagado, no
me reconoció o
quizá no era a mi a quien esperaba. La
noche nos convierte en trozos irreconocibles de nosotros, transeúntes
anónimos del desamparo urbano que vagamos perdidos
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