Cuando era casi un niño (y ya ha pasado un siglo) me
preocupaba mucho no poder concentrarme, no caer en el letargo en que caían los
de las buenas notas, ese lugar de silencio, observación y memoria de los
científicos o el pasmar idealizado de los líricos. Lo intentaba de verdad, pero
había siempre una canción en mis labios, una melodía de moda o inventada por
mí, acompañándome si estudiaba, si hacía deporte, si estaba en medio de
una
conversación. Siempre. Años
después, muy al contrario, era incapaz de concentrarme sin silbar y a la vez
caminar de un lado a otro si estaba en una casa o paseando en moto con una
canción en los labios y sin ningún rumbo, que es mi forma preferida de parir
ideas o llegar a conclusiones o componer melodías para un texto memorizado
previamente... No soy muy prolífico pero con los años me fui haciendo una carpeta
de textos y músicas que reviso y modifico. Una afición... Pero hoy me sorprendí
pensando en cuanto hace que una canción no sale de mis labios, abrí la carpeta
y recordé textos y músicas de forma un tanto rara… Veo como si fuesen cine las
canciones. Al escuchar algunas desearía ser la piel en la que se posaron,
conocer a los personajes si algún día existieron, felicitar a los actores que
las representaron. A todos les diría que me muero de envidia, que alguna vez yo
fui como vosotros, que hace ya mucho tiempo… En fin, que no son mías, que son
parte del tiempo, aunque ese tiempo sea tan pequeño, tan particular, tan mío,
aunque haya pasado por la vida como “
el hombre que arreglaba las bicicletas”, con
la felicidad por dentro y una vida por rescatar...
Pues usted ya sabe donde están los pianos
ResponderEliminarVale, pero tendría que sonar como algo así…
ResponderEliminarhttp://www.goear.com/listen/043b294/que-dirias-de-mi-silvia-perez-cruz-y-javier-colina