Digo:
si lo que veo ni siquiera despierta en mí curiosidad, mejor cierro los ojos… Y
entonces reaparece todo lo que deseo, compongo ilusiones que tengo grabadas en
la retina de mi memoria, imágenes sentidas con la nitidez del amor o del odio,
sabores que son fotos de donde un día estuve… Es otra realidad en la que estoy
a gusto mientras pasan los días sin abrir los ojos: un viejo en un sillón, un
anciano en la cama, alguien que no despierta después de un accidente... Pero
escucho la vida, está ahí afuera y tendré que asomarme aunque ya sepa a dónde va a llevarme… Poner el ojo en una
mirilla es un camino de soledad
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