Lleno mis pulmones de bruma en los amaneceres junto al río y
me parece que palpo la inocencia, pienso en lo que se pierden quienes solamente
desean el sol del mediodía, quienes pasan por la niñez sin curar la mirada en
el espejo del agua que rompe una taíña o una trucha… En la Tierra de Campos es la luz de la mañana quien destripa los terrones que camuflan perdices y esconden
liebres, quien dibuja los árboles sobre horizontes cada vez más limpios, quien pinta el trigo… En
todas partes amanece la vida con la mirada imprescindible del silencio, después
llegan los pasos, la luz de una ventana, la claridad del sol y alguien que baja
sin dar pedales en una bicicleta, la apoya en la pared al lado de la puerta de
una casa que puede ser la mía. Huele a café, es día de trabajo, las voces van
creciendo con el día y afuera se ha quedado apoyada la bici. No todo es prisa, las
cosas más sencillas remueven la ternura…
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