La claridad se come la luz de las farolas. Es la hora en que las vías escupen indigentes. Los veo pasar por el descampado que hay bajo mi ventana, cruzan de norte a sur con carritos vacíos, sin hablar. La claridad que avanza, el ruido de los coches sobre el puente que une una orilla y otra de las vías de Atocha, las siluetas de los edificios, las luces que se apagan, los despertadores vecinos, las duchas, las cisternas, las cocinas, una ambulancia lejos… Alguien ha puesto en marcha la mecánica urbana, como si dieran cuerda a un día en la ciudad. La gran manzana y el bocado... Humedecer el cielo de un paladar tan seco
de Hilario Camacho: Madrid amanece / Tristeza de amor
Tristeza de amor, un juego cruel, jugando a ganar has vuelto a perder... A veces te persigue un estribillo
ResponderEliminarÉ verdade.Às vezes até dura dias!
ResponderEliminarNada que non curen duas aspirinas, por outro lado...
ResponderEliminarCreo que , en mi caso, ni siquiera juego a ganar. Ahora me explico por qué me pasa lo que me pasa. Tendré que aprender a dejar de ser un desastre. Como se empieza a decir ahora, tendré que "desaprender". No me gustan nada estos neologismos modernos basados en la vulgaridad; por eso creo que tendrá éxito el término en cuestión. Saludos, Minervina.
ResponderEliminarMadrid amanece. Hilario Camacho. No llueve.
ResponderEliminarYa avisé con lo del estribillo... Saludos a las dos
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