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Esperaba de verdad que algo pasara y no que me empapara de salitre escuchando la resaca enfurecida del mar desde el pantalán. Y solo eso pasó, las olas como locas sin saber contra qué se rompían, el mar y el mar de abajo intentando ser nube, creando la espuma de lo que fue este día, sin gravedad, flotando entre los barcos y los muelles y el paseo inolvidable de Áncora frente al océano que hace todo pequeño, tan pequeño: nuestra preocupación de vendaval frente el terremoto, el de Japón frente el de Chile y el de Chile frente el de Haiti. Y la escala de Richter sacando todo de quicio. Y ahora la noche y la lluvia, lenta, sin viento, sin prisa, como esperando que alguien cierre el grifo, esperando también…
Esta noite espertoume o silencio repentino da calma. Agora, de madrugada, aínda parece que teño as vísceras arrastradas pola inercia.
ResponderEliminarParece que alguén fechou a billa por fin, parece, digo, talvez non.