7.3.08

Busco casa

La casa que yo busco ha de estar necesariamente sobre un valle y tener un horizonte enfrente, una frontera, un lugar a donde ir y de donde volver atravesando un puente, sobre un río que cante. Tiene que ser grande para que quepan todos mis recuerdos y los recuerdos mismos si llegan sin avisar, empujando sin más la puerta e instalándose por unos días, por una temporada o tal vez para siempre. La quiero suficientemente alejada de mi pasado como para no perderme ni abandonarme tampoco entre sus brazos. Habrá sin duda una huerta pequeña que me conecte con la tierra, con los primeros sabores. Tendrá un ciruelo, un cerezo, un manzano, una higuera, un olivo y naranjos calientes. A un lado del espacio limpio, delante de la puerta de entrada, un banco de madera bajo un arbol de Júpiter. Cerca del camino que llega, en el naciente, un ciprés alto, como un faro. De piedra las esquinas y, las paredes, por donde subirán hilos de enredaderas, ocres. Al poniente una mesa, una chimenea, una guitarra y poco más, tras una galería que esperará conmigo a que el sol dibuje día a día colores a la tarde.

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