o mar da miña man
18.6.19
2.5.17
5.4.17
Gajos I
Ángela entra en casa, un pequeño estudio con un gran ventanal que da a una plaza: Lavapies. Tira el bolso y la chaqueta en un sillón, entra en el baño y se refresca la cara. El espejo, mientras seca su cara, le sonríe imitando la voz de un hombre mayor: mejor un chuletón, que estás un poco flaca. Fotos familiares en las paredes, un poster de Chaplin a la izquierda de una tabla sobre dos caballetes que hace de mesa de estudio, un gran Mapamundi sobre un corcho y chinchetas de colores clavadas en algunos puntos, una percha con una chaqueta de lana y una bata detrás de la puerta de entrada, dos sillas de tijera blancas a ambos lados de una mesa camilla con los restos del desayuno y una pantalla pequeña de ordenador con un teclado. También zapatos al lado de la puerta de un armario empotrado. Ángela vive sola, ha encendido la luz porque anochece, una más entre millones de las luces que dibujan en la noche el mapa luminoso de Madrid desde el aire, sus venas encendidas describiendo el movimiento que da vida al cuerpo de ciencia-ficción, eléctrico y plano, de la gran ciudad.
No es que haga mucho que no se ven pero el abrazo es largo, Angela y Vida en la esquina de Arguelles, un poco antes de entrar al restaurante vasco que tanto les gusta. Cada vez -dice Vida- es más difícil venir a verte hija, a ver que te vea, ummm, otro beso... ¿seguro que estás bien?... Claro mamá, estoy perfectamente y muy contenta de verte, bueno, de veros, hola Miguel, un beso... Pues por lo que llamas -sigue Vida- se diría que te olvidaste de nosotros... si, si, los exámenes, siempre los exámenes... lo que pasa es que ya no me quieres... Lo decía riéndo, buscando la sonrisa en la cara de Ángela y su respuesta: Muchísimo mamá, te quiero muchísimo... Y Vida sigue hablando, andando hacia el restaurante... Ahora gallinas hija, Miguel ha hecho un gallinero y tenemos diez gallinas, ponedoras, está loco... Te he traído huevos -apunta Miguel que camina tras ellas- verás qué maravilla... La casa en el Otero, los perros, la caza, la pesca y ahora gallinas... A mí, que lo que más me gusta es esto, Madrid, y cada vez estoy más lejos... Ya en el restaurante Miguel pregunta qué les apetece, unos primeros para picar y despues... Una chuleta, dice Ángela... Mejor un chuletón, que estás muy flaca, dice Miguel... Si, eso, come al menos bien un día, apunta Vida... Bueno -ahora es Ángela quien habla- contarme cómo va todo que tengo unas ganas de irme allí unos días...
28.3.17
enterro do pintor
Xavier Pousa 8/X/2000
Souben da morte de Xavier Pousa onte, cando estaba en Barajas agardando para subir nun avión. Non me sorprendeu porque hai tempo que sabía do seu mal, pero causoume unha tristeza inmensa. É difícil aceptar a morte dun amigo aínda que se espere. Compartimos xuntos horas e horas, aquelas horas felices de hai máis de trinta anos, no Ourense de Vicente Risco, cando soñabamos tantas cousas. Desde o primeiro día que o vin, Pousa fascinoume como personaxe: rostro nobre, voz rexa, simpatía natural. Escoitarlle contar historias do Brasil era como ler unha novela de Jorge Amado, que el tamén lía, porque ademais de pintor era un gran lector. Aínda recordo o día que me regalou, na librería Tanco, o diario de Cesare Pavese, que aínda conservo.
Souben da morte de Xavier Pousa onte, cando estaba en Barajas agardando para subir nun avión. Non me sorprendeu porque hai tempo que sabía do seu mal, pero causoume unha tristeza inmensa. É difícil aceptar a morte dun amigo aínda que se espere. Compartimos xuntos horas e horas, aquelas horas felices de hai máis de trinta anos, no Ourense de Vicente Risco, cando soñabamos tantas cousas. Desde o primeiro día que o vin, Pousa fascinoume como personaxe: rostro nobre, voz rexa, simpatía natural. Escoitarlle contar historias do Brasil era como ler unha novela de Jorge Amado, que el tamén lía, porque ademais de pintor era un gran lector. Aínda recordo o día que me regalou, na librería Tanco, o diario de Cesare Pavese, que aínda conservo.
A Pousa téñoo asociado desde sempre coa alegría: aquelas veladas nocturnas, absolutamente disparatadas, nas que el raramente perdía a calma, na casa de Xaime Quesada; as cenas de caldo e pan no Cadaia, máis por falar tranquilos que por comer; as conspiracións políticas, que moitas veces se mesturaban coas exposicións da súa pintura e dos seus compañeiros; as discusións interminables.
Nunca o vin enfadado nin triste, nin sequera as últimas veces que o atopei, cando xa estaba claro que a vida o abandonaba. Tiña unha serenidade como oriental, que non perdía nin no fragor das discusións máis apaixonadas, aínda sendo, como era, un home de grandes paixóns, non un home frío ou indiferente. Estouno vendo con aquel sorriso a media boca, con aquela maneira de falar na que xogaba tanto a mirada alzada cara adiante como as mesmas palabras que dicía. Falaba un galego precioso, de limpa fonética miñota, no que contaba aquelas historias fantásticas do Carallete e outros tipos de Goián ou da Guarda. Acordeime dalgunhas delas no avión e rin eu só. Rin porque a un amigo así, que amou a vida e que a recolleu palpitando nos seus lenzos, non se pode despedir doutra maneira.
Carlos Casares
26.3.17
25.3.17
25.2.17
esperando abril
Estábamos viviendo los problemas a cubierto, entre soportales y goretéx. Decíamos que discurrían como la lluvia de esos días, nadie podía suponer que fuese el mar quien cayese del cielo. A veces la vida se ríe de nosotros y pasa de lección sin que tengamos tiempo de echarle una ojeada siquiera a los dibujos. La vida enseña, dicen. Nosotros tenemos los prismáticos del revés o no nos hemos puesto las lentillas. No sé, todo parece cierto, el mar sobre nosotros y debajo este cielo, este viento que nos movió las páginas dejándonos un blanco inmenso y encharcado. A la deriva. Y ese mareo que no sabes qué pasa.
17.7.16
Cuadernillo de vacaciones: dejarse llevar
Si pudiese cerrar por vacaciones echaría el cerrojo a la vida ahora mismo y abriría en otoño. Ni siquiera al clareo la dejaría hoy. Rebusco entre corrientes el poco aire que queda y preparo una jarra de agua con limón, sin hielo, si, sin hielo, que deseo la falta de contrastes, el transcurrir sin más, caminar por donde no haga sombra y robarle a mi perro el rincón más sombrío de la casa... Sin duda es el verano, que a pesar de agoreros cambio-climáticos-pensamientos se ha instalado en mi país, en mi casa, en mi cerebro, en el vaso de limonada, en el aburrimiento del desvelo pero no abro los ojos, en escuchar la radio por fresquera y no coger el teléfono por si me jode el día, en dar las horas perdidas por ganadas y todo ji-pi-pi como en guaytisguay entre sueño y sueñecito hasta el otoño, que todo vaya pasando, que no estamos para golpes estos días, que hasta las alpargatas le sobran a la vida a este lado del mundo que gira y gira, y ya puestos en que no va a parar podía ir un poco más rápido, acortar algunas estaciones, un poquito más AVE y no tan camión, qué barbaridad los camiones, y los fusiles, los tanques, los aviones, las guerras, que cerrara todo por vacaciones y en vez de pensar, dejarse llevar como un albatros o ubuntear hasta que llegue el fresco...
5.6.16
18.5.16
marjaliza
Contrabando, tráfico, delito, especulación, violación,
agresión, fechoría, prevaricación, abuso, iniquidad, perversión, corrupción,
depravación, inmoralidad, ultraje, ignominia... Todo lo que sugiere escuchar
a Marjaliza y no logro dar con la palabra exacta.
9.5.16
camino a Abra el Acay
Eso lo dices pero no lo harías.
Tal vez sea cierto. Quiero decir, que tal vez después de quedarme un tiempo allí, a casi cuatro mil metros de atisbo sobre el mar, pensaría en volverme, no sé si en regresar. Pero hay lugares en el mundo en los que te dejas un trozo, otros, de los que ni te acuerdas y estos, en los que desearías quedarte si pudieras
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Recogí las horas amontonadas por los rincones para construir el puzzle de aquel tiempo que no llegaré a armar Y una canción que pretende m...